Y al abrir los ojos , húmedos aún por el llanto, comprendí que te marchabas definitivamente.
Ya no tuve fuerzas para llamarte, y pronuncié tu nombre sólo en mis pensamientos.
Lo sorprendente y casi inaceptable fue, que al mirarte a la cara supe, que hacía mucho tiempo que te había dejado ir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario