Miguel metió la mano en el bolsillo del saco para sacar el celular y ver la hora; de pronto sintió la tarjeta que había guardado el día anterior… “Uyyy, el cumple de Mónica!!! Y yo me tenía que encargar de comprar las flores!!!” Cuando había que agasajar a alguien en la oficina, él era el encargado de llevar las flores y ponerlas en el escritorio, “vos siempre llegás primero que ninguno…”
Apuró la marcha hacia la plaza, el puesto de flores de ahí abría temprano y seguro hay taxis cerca. Mientras caminaba sacó la billetera para preparar el dinero y demorar menos y al levantar la vista vio a unos metros a una mujer con equipo deportivo, hermoso cabello ondulado atado en una cola de caballo, un lindo cuerpo algo disimulado por la amplitud de la campera y una sonrisa brillante… Por un instante sintió como si no respirara… le llamó la atención la forma de caminar, ligera y alegre… el gesto distendido y la mirada penetrante, de pronto se encontró observando detalles de las manos en los bolsillos…, el pantalón algo ajustado… Y sabía que pasaría tan cerca de él que hasta podría sentir el perfume que usaba!
Leticia recordó que tenía un día lleno de “trámites extras” y apuró el paso para poder dar las cinco vueltas a la plaza que le mandó el doctor. Con las manos en los bolsillos, la mirada lejana… y allí estaba ese señor, no tenía nada particular, salvo esos ojos oscuros, esa sonrisa y ese ramo que estaba preparando la vendedora para entregarle… qué buen gusto! Dichosa la esposa que recibiría ese obsequio, y la tarjeta que sostenía en la otra mano… o quizá sean para la novia! No se lo ve con anillo… Y ese gesto optimista al saludar a la florista… “cuánto hace que no me regalan flores….”
Al cruzarse se miraron y la sonrisa mutua fue inevitable. No se habían visto jamás, sin embargo en los segundos que transcurrieron hasta el momento de pasar uno al lado del otro, se habían formado una imagen completa de cómo era cada uno.
El día siguió su marcha y con él las actividades de siempre… rutina…
Miguel en la oficina no podía dejar de pensar en esa mujer, “profesora de educación física seguro!”, tan simpática, enérgica, alegre! Sobre todo alegre!” Por qué Paula no saldrá también a hacer algo de ejercicio? Siempre encerrada en casa o con sus amigas en alguna reunión…” “por eso debe ser que tiene tan poco sentido del humor… sonríe cada día menos…”
Leticia, cansada de las tareas de la mañana se sentó a tomar un té en la mesa de la cocina. Sentía ese vacío que no podía explicar y las lágrimas le corrían por las mejillas mientras trataba de pensar en “cosas positivas” y sólo le venían a la mente una seguidilla de tareas que hacer en casa y los programas de televisión que veía a diario. Por momentos imaginaba al “señor de la plaza” comprando flores y sonriendo con tanta simpatía. “Por qué Raúl no me regala flores nunca? Encima siempre anda de malhumor y muy ocupado, ni siquiera para elegir una tarjeta bonita tiene tiempo…” En cambio se nota que “ese señor” es un romántico! Debe tener gestos así muy seguido, y esa sonrisa… se nota que está siempre de buen humor”.
Miguel regresa a casa con paso lento, el cansancio del día más el saber que habrá visitas, lo ponen de un humor tan gris como el de la mañana. Saca el celular, atiende la llamada: “Sí Paula, ya estoy llegando… no, no me olvidé de comprar el vino… ok, sí ya sé tu primo Raúl y su esposa, la que está deprimida… Y bue! No soy idiota!! Pero vengo cansado, tuve un día terrible y encima querés que me haga el contento? Sí… sí ya sé que no lo veíamos hace años a tu primo y sí… no te preocupes, que no soy ningún maleducado… Ya estoy llegando.”
“Hola amor! Miguel, te acordás de mi primo Raúl? Y su esposa, Leticia”.