Hoy me acordé de tus zapatillas oscuras… esas que usabas cuando salíamos a caminar y que nunca supe si eran negras o azules.
Yo las miraba como distante cuando nos sentábamos bajo algún árbol. Vos extendías las piernas y las cruzabas, empezabas a mover la punta del pie izquierdo rítmicamente mientras me contabas cosas que yo escuchaba encantada. Mi mano abandonada a las caricias de las tuyas, suelta y totalmente entregada, con la misma confianza con que apoyaba mi cabeza en tu hombro y te escuchaba, mientras… miraba tus zapatillas.
El tiempo fue pasando y las zapatillas oscuras fueron reemplazadas por unas blancas, luego otras y otras … Con la lógica natural de las cosas que se gastan por el uso y el paso del tiempo. Nunca perdiste la costumbre de mover el pie de un lado a otro mientras hablabas y siempre mi mano apretada entre las tuyas mientras te escuchaba.
Las caminatas más breves, los pasos más lentos… las zapatillas más gastadas y nuestras manos más arrugadas…
Hoy como todas las mañanas miré tu foto, cebé unos mates que tomé a solas y me acordé de las zapatillas oscuras… Hoy te extraño más.